sábado, 24 de junio de 2023

LA REFORMA DE LA GLORIETA DEL DOCTOR ZUBIA

 

La Glorieta antes de la reforma de 1991


 (Publicado en La Rioja del Lunes de 15 de abril de 1991 con veintisiete alteraciones sobre mi texto original (?!) )



DEL CAMBIO AL PRESTIGIO

Una lectura de la Reforma de la Glorieta del Doctor Zubía


            “Lo hemos cambiado todo para que todo siga igual” dijo el Alcalde de Logroño en la re-inauguración de la Glorieta del Doctor Zubía hace unas semanas.

            Una lectura política inmediata sugiere que la voluntad de que todo siga igual es un reflejo del deseo de permanencia en el poder. Un chiste fácil, el de que fue la idea del “cambio” la que se lo consiguió. Una descalificación abstracta, la de que se trata de falta de ideas. Utilícese la que se quiera para la inminente campaña electoral y giremos aquí la conversación hacia temas más serios.

            Cierto es que el paso del tiempo deteriora las construcciones del hombre, y que ante ello debemos reaccionar con la reparación o la sustitución. Por el contrario, la rehabilitación que ahora nos invade, lejos de la inmediatez (de la naturalidad que diría un ecologista) de las dos actividades mencionadas, aparece cargada de artificio y simulación, porque no sólo encierra un engaño sino dos: hacer pasar por nuevo lo que no es; y hacer pasar por viejo lo que tampoco es. Y aún más allá de la rehabilitación, está la reedificación a la que el Alcalde nos invita (Teatro Bretón primero, y ahora Glorieta) y que nos remite a un mito de pesadilla: el de Sísifo con su piedra.

            Pero la reedificación, lejos de lo que dice el alcalde, no deja las cosas tal como eran, ni mucho menos. Veamos lo que ha pasado en la querida Glorieta del Doctor Zubía.

            Frente a la fragmentación parcelaria del dominio de lo privado (los frentes de fachada de las manzanas), el espacio público, por definición, es único y continuo. El suelo, elemento esencial en la definición de una plaza, asume por lo común la tarea de significar esa continuidad. El asfalto que había antes era un material excelente para lograr la difícil unidad de los diferenciados espacios que rodean al Instituto. Frente a la continuidad del espacio público, el nuevo diseño ofrece una triple fragmentación: en zonas, en materiales, y en aparejos. Las aceras Norte y Oeste, en las que con tres pasos se va de la caliza fina (con la que te matas cuando llueve) al ladrillo rojo, pasando por el adoquín rugoso, son al respecto, un ejemplo esperpéntico.

            La segunda estrategia de destrucción del espacio público va más allá de su fragmentación, La incomodidad del adoquín rugoso es un recurso utilizado en diseño de calzadas para indicar al peatón cuál es el dominio del carro y el caballo, la zona en la que se corre riesgo de ser atropellado y la advertencia sutil de por dónde se debe circular remitiéndole a las bandas más finas y cómodas para su pié. El pedregal que se ha construido en la Glorieta no invita a entrar y si se cruza, ha de ser como mal menor para no tener que dar toda la vuelta. Pero se sale de ahí en cuanto se puede, huyendo de un terreno agresivo y peligroso.

            Aún con materiales diversos y fragmentarios se puede conseguir cierta continuidad. Es cuestión de dominar el diseño y la técnica del aparejo. Pero el diseñador de la Glorieta da muestras de no aprender ni de sus propios errores por muy escandalosos que sean (como el de enfrentar juntas en diagonal a la fachada barroca de La Redonda en la plaza del Mercado). En  la Glorieta coloca el adoquín en círculos concéntricos en torno a los árboles por lo que, en los encuentros obliga a cortar las piedras en agujas verdaderamente escalofriantes que contravienen toda la lógica del material. Desazón contraria se siente cuando por mantener la ortogonalidad del aparejo se dejan sin resolver los irregulares encuentros que se producen en la esquina Noreste de la manzana, frente al antiguo Ayuntamiento.

            La reproducción de los jardincillos decimonónicos en bordillo de ladrillo sería fiel a la existente si no fuera porque en los pasillos interiores a los parterres se ha colocado el mismo tipo de ladrillo, con lo que se genera el bloqueo visual típico, y cargado de inquietud, de pisar aquello con lo que se decora.

            Está claro que en el tema de las farolas, el Alcalde no dice la verdad, pues han desaparecido aquellas ingenuas farolas verdes con pie en forma de alcachofa que había en la Glorieta, o aquellas otras divertidamente pretenciosas de base de ladrillos y azulejos, báculo de hormigón pintado de purpurina plateada y luminaria de llama o de filigrana metálica y tulipa, que había en la entrada del Instituto. Emulos de Juan Barranco (aquel alcalde que perdió su silla...) nos han puesto farolas de fundición, fernandinas e isabelinas, pero han calculado bastante mal su proporción y son desmesuradamente altas, siempre con el farol por encima de la horquilla de los árboles, al contrario de lo que mandan los cánones.

            La papelera catalana “de diseño”, obra creo que de Federico Correa para la plaza San Jaime de Barcelona, contrasta con el zafio o escaso diseño habido en la plaza. Debe ser el toque chic que necesitaba.

            El alcalde responsable de la obra es Manuel Sainz Ochoa. El diseñador es el arquitecto municipal Rafael Alcoceba Moreno. La empresa constructora que la ha materializado se llama BEYTESA.

            Para encubrir tanta torpeza y aclarar a quien no se había dado cuenta que sólo se trataba de una obra de “prestigio” a mayor gloria de sus responsables, dijeron que el adoquín era un material “noble”. Manuel de las Rivas, en la columna del diario La RIOJA del día siguiente a la inauguración, les propuso que se metiesen la nobleza por el pasillo de sus casas y hasta la despensa. Yo citaré, por concluir, al catedrático Salvador Pérez Arroyo, quien a tenor de lo que estaba ocurriendo en Madrid escribió (El Paíws 12 enero 1987): “Para que nuestras ciudades recuperen sus mejores esencias deben cambiar, es decir, para que sean aquello que fueron en sus mejores tiempos, deben cambiar intensamente”.